Fundació Jaume BofillUniversitat Oberta de Catalunya (UOC)
Joan Subirats
Joan Subirats
Profesor de ciencia política en la UAB

Soy Joan Subirats, profesor de ciencia política. Treinta y nueve años dando clase en la universidad y sigo aprendiendo. Padre de tres hijas que me han enseñado mucho. Contento de vivir unos tiempos exigentes y alentadores dentro de las incertidumbres y los miedos.

Las 3 cosas que he aprendido

Experimentar, aceptar el error, construir juntos, etc., generar una ecología social y territorial de la innovación educativa.
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¡El futuro es para la educación compartida!

Mi experiencia educativa ha estado muy vinculada a espacios y a lógicas básicamente jerárquicas: espacios pensados y organizados de modo que presuponían la superioridad de los docentes; unas lógicas de la enseñanza en las que se partía de la idea de que unos sabían y los demás, no. El profesor era la ventana a una información que los demás no teníamos y, por lo tanto, se situaba en una posición superior. Las cosas están cambiando. La información está —y estará cada vez más— disponible. Los costes para llegar a dicha información serán menores. En este contexto, se trata más de acompañar (la adquisición de conocimiento) que de decidir (qué es lo que todos tienen que saber). Habrá que reconocer que unos cuantos, trabajando conjuntamente y buscando respuestas, aprenderán y asimilarán más que escuchando a alguien que les plantea preguntas, les da las respuestas ya hechas y ellos solo tienen que memorizarlas. La perspectiva tendrá que ser más horizontal, más de reconocimiento de interdependencias. Curiosamente, nos enfrentamos a una época en la que tan importante será reforzar la capacidad autónoma de las personas como el reconocimiento de que todo el mundo es interdependiente.

2

Diversificar y aceptar las incertidumbres y las complejidades

¿Cómo afrontar una época en la que ya no nos sirven ni las respuestas que habíamos ido construyendo, ni tampoco las preguntas a las que queríamos responder? Los déficits son de contenidos y de métodos. Nuestra perspectiva intelectual está muy marcada por la lógica ilustrada y racionalista. Y estamos en unos momentos en que debemos abrir el planteamiento, buscar conocimientos y emociones desde canales de información ya disponibles. Será necesario compartir perspectivas y cosmovisiones que parten de trayectorias históricas y culturales muy diferentes a las que hemos vivido en la tradición europea. Y esto significa aceptar que las dinámicas de aprendizaje pueden no seguir las pautas que nos han acompañado desde los tiempos de la Ilustración. Educar y ser educado en la diversidad implica aceptar que no hay un solo camino hacia la racionalidad. Acomodar, integrar, articular, experimentar y acordar, entre otras, tendrán que ser unas actitudes cada vez más presentes en las dinámicas educativas. Como decía Freire, los saberes son plurales y complementarios. No es posible ordenarlos jerárquicamente. Más incertidumbres como condición, no como problema. Más incertidumbres aceptadas como sustrato de aprendizaje compartido, como espacio de experimentación y de construcción de conocimiento. Se deberá aprender del error —simple y complicado—; sin persistir en él, pero incorporándolo. Construir a partir de la reconstrucción del proceso que ha llevado al error. Discutir la simplicidad de la idea binaria «verdad-error» e incorporar la inseguridad en el aprendizaje.


3

¿Héroes o partícipes? Aprender juntos en el territorio

«La escuela sola no puede.» «La educación es cosa de todos.» «Hace falta un pueblo para educar a un niño.» Todos hemos oído estas frases y todos las hemos hecho nuestras. Aplicarlas ya es más complicado. Sabemos que la educación no equivale a la enseñanza. Sabemos que el éxito educativo de un niño depende significativamente de las capacidades formativas de sus padres y/o familiares. Sabemos que un indicador muy importante del nivel educativo de un país se expresa con el número total de adultos que han superado la enseñanza obligatoria. Sabemos que el compromiso educativo de una comunidad es clave a la hora de entender que explica que en ciertos lugares las cosas funcionen mejor que en otros. ¿Podemos hablar de una ecología social de la educación? Yo entiendo que sí. No podemos construir dinámicas de cambio educativo en un país basándonos en las capacidades excepcionales de unos héroes que superan todo tipo de barreras y dificultades. Activar el entorno, generar complicidades, ofrecer y compartir espacios, incorporar experiencias sociales dentro de los espacios educativos, llevar las experiencias educativas a los escenarios sociales, mezclar y contaminar educativamente, entre otras, son sugerencias posibles en sociedades demasiado centradas en la utilidad rápida y directa de lo que se aprende. Construir experiencias educativas amplias, contrastar y confrontar educación y práctica social, hacer que los profesores y alumnos salgan de sus madrigueras, e incluir en las esferas educativas a los que piensan que ya lo saben todo son líneas de trabajo. Cosas que aprender. Cosas que experimentar. Y me temo que esto requiere mucho más protagonismo local en el sistema educativo que tenemos, que sufre del vicio de la centralización. Sin un protagonismo del territorio no existe una ecología social y educativa posible.

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