Fundació Jaume BofillUniversitat Oberta de Catalunya (UOC)
Francesc Imbernon
Francesc Imbernon
Catedrático universitario de Didáctica y Organización Educativa de la UB

Soy Francesc Imbernon, catedrático universitario de Didáctica y Organización Educativa de la Universidad de Barcelona. He sido director de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de la Universidad de Barcelona, y de 1996 a 1998 he sido director del Departamento de Didáctica y Organización Educativa de la misma universidad. Maestro, licenciado y doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, siempre me he preocupado por la teoría y la práctica educativa en diversos ámbitos y niveles. Trabajo en formación inicial y en formación permanente del profesorado de todos los niveles educativos, desde la primaria hasta la universidad, y en la formación de profesionales de diversos sectores y formadores.

He recibido diversos premios y he publicado varios libros, así como capítulos de libros colectivos. Soy miembro de diversos consejos de redacción y he publicado artículos en revistas educativas tanto nacionales como internacionales. Soy director del grupo reconocido de calidad de investigación (FODIP) de la Universidad de Barcelona sobre formación docente y director del Observatorio Internacional de la Profesión Docente.

Las 3 cosas que he aprendido

Mejorar las competencias, establecer un sistema de colaboración entre el profesorado y romper el aislamiento del aula.
1

Hay que mejorar las competencias del profesorado si queremos mejorar la educación

Todos los cambios del siglo XXI exigen desarrollar nuevas competencias profesionales en el profesorado, en el marco de un conocimiento pedagógico, científico y cultural revisado, en una nueva escolarización democrática de la sociedad, para poder transmitir a los futuros ciudadanos y ciudadanas unos valores y unos comportamientos democráticos, igualitarios, respetuosos con la diversidad cultural y social, y el medioambiente, etc. Y asumir estas nuevas competencias conlleva una nueva forma de ejercer la profesión y de formarse en esta compleja sociedad actual; complejidad que se verá incrementada por el cambio radical y vertiginoso de las estructuras científicas, sociales y educativas del siglo XXI. En definitiva, el siglo XXI requiere un profesorado y una formación muy diferentes, porque la educación y la enseñanza son muy diferentes. Hay que ver las cosas de otro modo e intentar cambiar e ir construyendo nuevas formas de ver la enseñanza.

2

El profesorado debe trabajar colaborativamente y romper el aislamiento

La institución educativa requiere un clima de colaboración, sin grandes reticencias o resistencias entre el profesorado (no cambia quien no quiere cambiar, o no se cuestiona a quien hace lo que piensa que ya le va bien); una organización mínimamente estable en los centros (respeto, liderazgo democrático, participación de todos los miembros, etc.), que apoye la innovación, y que acepte que existe contextualización y diversidad entre el profesorado y que todo ello lleva a maneras de pensar y de actuar diferentes. Todos estos elementos contribuyen a conseguir una mejor aceptación de los cambios y las innovaciones en las prácticas. Pero para que la colaboración sea eficaz, todos los implicados han de aceptar la diversidad y la tolerancia. El reconocimiento de la individualidad en la colaboración es una expresión de confianza, empatía y conectividad, y lleva a trabajar mejor.

3

Apoyar al profesorado en sus clases es fundamental para introducir el trabajo en la clase y reflexionar sobre ello

La mayoría del profesorado recibe poco retorno sobre su actuación en el aula, y en ocasiones manifiesta la necesidad de saber cómo está afrontando la práctica diaria para aprender de ella. Actualmente, la escuela está demasiado marcada por el individualismo, y el profesorado considera su aula como un lugar privado, al que solo se accede desde una posición de autoridad (el inspector para evaluarla o el investigador para obtener datos) y no para generar un conocimiento que contribuya a la formación del mismo docente. La observación, la reflexión sobre la práctica y la valoración de la enseñanza facilitan al profesor o profesora datos sobre los que puede reflexionar y que puede analizar para favorecer el aprendizaje de los alumnos. La reflexión individual sobre la propia práctica puede mejorar con la observación de otras personas. Sobre todo porque la docencia todavía es una profesión aislada, que normalmente tiene lugar sin la presencia de otros adultos, y por ello los profesores no se benefician de las observaciones de otros profesores.

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