Celebramos 10 años de Debates de Educación dando voz a la comunidad educativa.
Soy director de la escuela pública Fructuós Gelabert de Barcelona. Pertenezco a la Federación de MRP de Cataluña.
Hacer hoy la escuela que necesitamos para el mañana es posible. Y es posible en la práctica diaria de nuestras escuelas si somos capaces de poner en práctica una idea de educación que nos ayude a hacer los mejores aprendizajes, a prepararnos para ser ciudadanos críticos y activos, y a tener los recursos y las herramientas (cognitivas y emocionales) que nos ayuden a saber qué tenemos que hacer con nuestras vidas.
Todo ello no desde la neutralidad, sino en una dirección clara: la educación y la escuela serán transformadoras o perderán la parte más importante de su naturaleza. Por ello es necesario este compromiso a favor de la educación y de las personas.
El profesorado, las escuelas, tenemos capacidad de mejorarla. Pero debemos creérnoslo y ejercerlo. Debemos redefinir nuestro hacer cuotidiano desde la profesionalidad. Ejercerla implica responsabilidad, capacidad de decisión, de actuación a pesar de las dificultades, de diseño en situaciones difíciles y complejas. Mejorar la educación –la escuela del mañana hay que plantearla desde esta necesidad de mejora– quiere decir ejercer esta responsabilidad, sin poner como excusa las situaciones concretas des de la cuales la ejercemos. La educación depende de las personas, y mejorar la escuela está relacionado con mejorar el profesorado.
La Administración tiene la gran responsabilidad de ser la facilitadora del cambio. Por ello es necesario hacer un giro copernicano a su diseño. La Administración debe dejar de ser la que dicta cómo tenemos que cambiar, trabajar o educar –otros pueden hacer mejor esta función “prescriptiva” o “orientativa”– para centrar el 95% de sus funciones en poner las condiciones que faciliten el cambio: entre ellas, la más importante, conseguir que el profesorado esté dispuesto a mejorar, se implique en la educación y ejerza su responsabilidad en este proceso.