Celebramos 10 años de Debates de Educación dando voz a la comunidad educativa.
En una sociedad como la nuestra, el conocimiento impregna hasta tal punto el conjunto de la actividad económica y social que difícilmente puede quedar recluido en el ámbito de instituciones educativas o grupos de actividad específicos. En esta situación, seguramente, es poco razonable esperar que las escuelas puedan responder de manera aislada a las demandas y posibilidades que se generan en un mundo en el que la colaboración en red va configurando progresivamente las formas más relevantes de trabajo, productividad y generación cultural.
De hecho, más allá de los centros educativos, y no necesariamente en su entorno más próximo, familias, otras escuelas, asociaciones, instituciones públicas, semipúblicas o privadas, colectivos informales y otros grupos de interés, tienen objetivos que a menudo pueden conectar con las finalidades educativas y necesidades de la escuela. En consecuencia, no sólo pueden estar bien dispuestas a colaborar, sino que, frecuentemente, cuentan con mecanismos y recursos adecuados para hacerlo, a través de redes para la cooperación de estructura, extensión y duración variables.
Las soluciones organizativas propias de la escuela tradicional no siempre resultan lo suficientemente versátiles para dar respuesta con soluciones innovadoras a un contexto que cambia constantemente. Para hacerle frente, los centros educativos, al igual que otros sectores de la sociedad, tienen que aprender a encontrar nuevas fórmulas que les permitan generar y colaborar en proyectos de innovación compartidos, articulados en redes horizontales y flexibles que pueden encontrar en las TIC su instrumento más eficiente. Si bien para este propósito la red ofrece una estructura potente para la colaboración, la expansión de la innovación y la cohesión social, no hay que olvidar que la capacidad de innovación de la escuela depende en buena medida de la flexibilidad que pueda tener como organización a la hora de desplazar la acción educativa desde los propios centros hacia la colaboración en red.
El estudio de experiencias genuinas de innovación en el ámbito educativo que han sabido encontrar maneras singulares de colaborar con una concepción extensa de la comunidad educativa, así como el análisis de las condiciones que los sistemas educativos ofrecen para que estas experiencias puedan surgir, debería permitir generar el tipo de conocimiento con el que se pueden sostener y extender las formas de innovación educativa que exige la escuela del futuro.
¿Quién debe impulsar los cambios que necesita la educación del futuro? ¿Cómo se puede favorecer el compromiso de toda la comunidad educativa para la mejora del sistema educativo? ¿Podemos hacer de la colaboración un verdadero motor de cambio que fomente la mejora continua de los procesos de aprendizaje? ¿Cómo se redefinen los roles y responsabilidades en contextos colaborativos? ¿Cómo hacer corresponsables también a otros actores más allá de los educativos?