Nuestro sistema educativo se enfrenta al reto de mejorar en calidad sin perder en equidad. Las políticas educativas deben preservar las medidas de apoyo al alumnado que precisa una atención especial por su extracción sociocultural o por sus circunstancias personales. El objetivo a conseguir es la calidad para todos, que todo el alumnado pueda alcanzar los máximos niveles de competencia posible, lo que exige reforzar las medidas de atención a la diversidad. La sociedad del conocimiento demanda más educación para todos. Definir políticas selectivas que segregan tempranamente al alumnado lastrará nuestras posibilidades de desarrollo económico, deteriorará la cohesión social y pondrá en jaque la utilidad del sistema educativo para garantizar la movilidad social. La calidad para unos pocos es elitismo. Y deteriorar la escuela pública, que es la que garantiza la universalización del derecho a la educación, un error y una gran injusticia.