El rol del profesor en los tiempos actuales ha cambiado. Ha dejado de ser un transmisor de conocimientos para convertirse en un gestor que acompaña el proceso de aprendizaje del alumno y su evolución personal, fomentando su autonomía a través del conocimiento de sus intereses y ayudándole a ser un protagonista activo. Todos somos diferentes, con cerebros únicos y singulares, con fortalezas y virtudes que hemos de optimizar aceptando que el error forma parte del proceso de aprendizaje.
El profesor es el instrumento didáctico más potente. Un profesor entusiasmado por su materia pero que sabe mirar con afecto a sus alumnos, haciendo funcionar en plena sintonía el cerebro racional con el emocional. Y son esos mecanismos inconscientes que permiten al alumno conectar con su maestro los que facilitan el aprendizaje y nos hacen ser sociales, es decir, humanos.