El camino del aprendizaje se inicia en las primeras semanas de nuestra vida. Recordemos que nuestras madres para enseñarnos a balbucear las primeras palabras, dar nuestros primeros pasos, comer los alimentos, entre otros, nos enseñaban con mucha ternura. Recibimos de ella, por cada logro alcanzado, besos, caricias y abrazos. En ese ambiente agradable, de juego, risas y de ternura aprendimos con facilidad.
Esa metodología empleada por las madres con sus hijos no debe cambiar en la instituciones educativas, los maestros deben llenarse de amor y paciencia, sus rostros deben reflejar alegría y ser un permanente motivador de los pequeños o grandes logros alcanzados por sus estudiantes. Considero que es el camino al éxito en los aprendizajes de nuestros alumnos.