Catedrática de Educación, London Centre for Leadership in Learning, Institute of Education, Universidad de Londres y experta de la OCDE
Las 3 cosas que he aprendido
Hacer que la curiosidad y el deseo de la mayoría de los alumnos marquen la diferencia
Los seres humanos buscan constantemente nuevas experiencias y tratan de satisfacer su curiosidad sin necesidad de recompensas innecesarias. La motivación está vinculada al interés y a la implicación. Motivar a los estudiantes es una actividad compleja e idiosincrática con multitud de soluciones posibles; los jóvenes tienen que saber por qué están aprendiendo algo y qué elemento diferenciador puede aportarles. Su motivación para aprender está relacionada con la conexión a sus propias vivencias, a experiencias que puedan imaginar o a ideas que les entusiasmen. Están especialmente motivados a la hora de analizar y participar en actividades que tienen un impacto determinado sobre los demás o que están enraizadas en temas sociales, y les fascinan los proyectos que les introducen en la comunidad, les permiten trabajar en grupos, tienen influencia sobre las decisiones reales y les plantean desafíos que hacen que tengan que desarrollar técnicas y conocimientos que otras personas valoran de forma clara.
Fomentar el aprendizaje independiente
La independencia no es algo que simplemente ocurre; al igual que la totalidad de las demás aptitudes humanas complejas, convertirse en independiente requiere disponer de buenos modelos, de apoyo y de mucha práctica. No sucede de forma inmediata y puede haber multitud de contratiempos a lo largo del camino. Cuando los educadores trabajan para implicar a los alumnos y fomentar su independencia, en realidad les están ayudando a ser responsables de su propio aprendizaje y les están facilitando las herramientas necesarias para emprender este proceso de forma inteligente y adecuada. Los alumnos tienen que contar con la capacidad de experimentar con nuevas ideas, ponerlas en práctica, ver cómo encajan, luchar contra los aspectos que no encajen y afrontarlos. Tienen que conocer los objetivos y las expectativas como punto de referencia para su trabajo de aprendizaje, lo cual requiere mucho tiempo de práctica, reflexión, debate y nuevos intentos.
Conseguir que el aprendizaje sea un elemento social
El aprendizaje no se lleva a cabo de forma aislada; los alumnos aprenden mucho unos de otros, y también de todos aquellos que les rodean. Para muchos, aprender con compañeros es un aspecto fundamental. El conocimiento suele construirse durante el intercambio de experiencias, a través de la interacción de varias mentes enfrentándose conjuntamente a un reto. La implicación social puede representar un poderoso impulso de cara al aprendizaje. Es importante que los alumnos comprendan el concepto de comunidad de aprendizaje; las culturas de colaboración y los métodos de investigación en grupo permiten a los alumnos procesar sus ideas y abordar en voz alta sus creencias, conceptos, incoherencias e ideas equivocadas junto a sus compañeros. El aprendizaje mejora cuando los alumnos descubren cómo aprender juntos, se implican en conversaciones serias sobre el análisis de temas importantes, han compartido responsabilidad en el sentido de aplicar lo que saben a las nuevas situaciones y emplean el tiempo en plantear preguntas y controlar su propio aprendizaje, tanto a nivel individual como en grupo.
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