Fundació Jaume BofillUniversitat Oberta de Catalunya (UOC)
Roser Salavert
Roser Salavert
Miembro de la Graduate School of Education de la universidad de Fordham de NY.

Miembro de la Graduate School of Education (posgrado en educación) de la universidad de Fordham y antigua inspectora escolar de las escuelas públicas de Nueva York.

Las 3 cosas que he aprendido

La evaluación es una herramienta formidable tanto para los alumnos como para los profesores porque es un aspecto genuino del proceso enseñanza-aprendizaje.
1

Cuidado con las interpretaciones espontáneas

Valoro la evaluación como una herramienta crítica para el aprendizaje y el crecimiento profesional, pero a menudo, las preocupaciones sobre los resultados de los exámenes y los titulares de los periódicos te obligan a reconsiderarlo: ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Qué quieren decir exactamente?  Así pues, he aprendido a interpretar los resultados de los tests teniendo en cuenta el contexto y la intención, por ejemplo, los resultados generales de las pruebas de PISA pueden ofrecer una visión general del rendimiento de un grupo en un tema dado, pero sabemos que los porcentajes y las puntuaciones de escala tienen más sentido si se asocian con los niveles de rendimiento. En el aula, es importante añadir sub-resultados, realizar análisis de elementos y triangular datos de distintas fuentes. Más importante todavía, he aprendido que los resultados de los alumnos individuales pueden únicamente interpretarse de forma efectiva dentro del contexto de su clase: ¿Cuáles son las expectativas de aprendizaje de este alumno? ¿Hasta qué punto era rigurosa y exhaustiva la instrucción? Tenemos que evitar las interpretaciones espontáneas; cuanto más extrapolemos, más posibilidades de desarrollar un antagonismo ante este aspecto crítico del proceso enseñanza-aprendizaje.

2

Una aproximación de equipo al análisis de datos permite construir una responsabilidad colectiva del aprendizaje del alumno

De mi trabajo actual con equipos de profesores, he aprendido que la investigación colaborativa no sólo ayuda a los profesores a acelerar el aprendizaje de su(s) pequeño(s) grupo(s) objetivo, sino que también fomenta un clima escolar marcado por colaboraciones profesionales y altas expectativas para todos los alumnos. Formar y facilitar estos equipos es una experiencia emocionante y enriquecedora ya que los equipos pasan rápidamente de “ver” datos a embarcarse en un nivel más profundo de diálogo y de análisis de datos. Cuando los profesores usan su experiencia, sus conocimientos y sus asunciones para examinar datos sumativos, el trabajo de los alumnos, los registros continuos y otras fuentes de datos, ya no “ven” datos, sino que “construyen” significado compartido. A partir de este momento, los profesores ya no se preguntan a sí mismos ¿Qué estrategias deberíamos implementar en el aula para ayudar a los alumnos a realizar mejores redacciones? Sino ¿Qué estrategias deberíamos desarrollar para ayudar a los alumnos a desarrollarse como escritores?  Es decir, los profesores buscan la raíz del aprendizaje e intentan, en última instancia, crear sistemas de datos que pongan a los alumnos en el camino del éxito.

3

Utilizar los resultados de los tests para establecer un contexto que establezca el objetivo del alumno

He aprendido que, a menudo, la primera impresión se convierte en la impresión que queda; y esto es particularmente preocupante cuando un alumno o un padre interpreta los resultados de un examen. Por otro lado, cuando los profesores se toman el tiempo de informar a los alumnos sobre el objetivo y el uso de los resultados del test, e inician una conversación constructiva sobre los objetivos del aprendizaje, este mismo resultado puede convertirse en una motivación para continuar progresando. Así pues, cada vez más profesores utilizan estos resultados para ayudar a sus alumnos a desarrollar y escribir objetivos para todo el curso e hitos a alcanzar a corto plazo que son relevantes, que marcan un reto, pero que son realistas. Un objetivo de lectura de un alumno de primer grado: “Antes del verano seré capaz de leer libros tan largos como los que leen los alumnos de segundo grado” se convierte en un objetivo alcanzable cuando el profesor también ayuda al alumno con los hitos a corto plazo: “Esta semana, leeré [título y autor]… y el viernes se lo explicaré a mi compañero durante el taller”. Esta es una práctica que motiva, presenta retos y desarrolla la responsabilidad del alumno como aprendiz.

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